Constante existencia.
Hay días que nunca terminan. Que oscilan entre lo infinito del cosmos y lo relativo del tiempo.
Hay días en los que la ambivalencia de mi humanidad permanece renuente y a la vez distante.
En los que mi vida solo tiene una línea de tiempo inexistente y sin pausas y mi presente se va actualizando en modo constante.
De modo que, siendo total e irremediablemente real, me convierto en eternidad. Infinita. Atemporal. Paradójicamente libre.
Diana Sánchez M.
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